viernes, 4 de diciembre de 2009

¿Sexo seguro para combatir el calentamiento global?

Estimados calientes, señoras y señores (especialmente señores), y por eso el mundo está caliente. No es una retorcida metáfora, es una retorcida relación de causa y efecto. O al menos eso dicen varias organizaciones expertas en el tema, las cuales afirman que la manera más eficiente, rápida y económica de detener el calentamiento global producido por el hombre es reducir la cantidad de hombres. Veamos por qué...

La población actual es de 6,846,387,166 personas, y habrá un 50% más antes del año 2050. Esto es prácticamente un hecho (si me dejan)
. Pero, ¿cómo se relaciona esto con el calentamiento global?

Este planeta se está calentando, como ya sabemos, por los gases de efecto invernadero que retienen los rayos del Sol dentro del planeta. Entonces, tenemos dos alternativas:

  • enfriar el Sol -lo cual no es muy recomendable porque si soplamos demasiado fuerte la Tierra se puede salir de su órbita
  • O reducir las emisiones de gases para que el calor pueda escapar hacia el espacio.

Esta última alternativa es la preferida de la gente realista, y nos lleva a analizar cuáles son los factores que más influyen en el efecto invernadero y sobre cuáles tenemos mayor control.

Como todo en este planeta, el calentamiento global es un proceso natural. Pero la Naturaleza y su amiga la Evolución se han encargado de abastecer al Hombre con una gran variedad de técnicas para producir gases de efecto invernadero, que, como sabemos, contribuyen modestamente al calentamiento.

Transporte, comida, muebles, plásticos, electricidad, terrenos, todo cuanto consumimos demanda que se liberen 18 mil millones de toneladas de CO2 al año (sin contar otros gases similares y sólo teniendo en cuenta a los 40 países en donde se midieron los niveles). Es grave. No se trata los 40 países en donde se midieron los niveles. sólo de cambiar los autos a combustión por autos a pedales solares; el cambio debe ir mucho más allá para poder obtener buenos resultados.



Por ejemplo, reemplazar hasta la última planta productora de CO2 con la fuente de energía alternativa más barata que conocemos, el viento, requeriría una inversión de $24 por tonelada de CO2, o sea, alrededor de medio billón de dólares anuales. Y eso no va a pasar, no sólo por lo caro si no porque nadie se va a molestar en reemplazar todas las centrales eléctricas por tantos molinos de viento que harían que el Quijote se muriera de un infarto.

Otras alternativas más realistas son aún menos baratas: sólo cambiar los autos actuales por vehículos eléctricos costaría $131 por tonelada de CO2, lo cual ya es económicamente inadmisible.

Entonces, las energías alternativas no sirven para nada, no tenemos ningún control sobre el cambio climático y podemos agradecer que el CO2 es invisible y no tiene olor y que no nos damos cuenta de que cada nueva persona que nace trae al mundo 2,3 toneladas de dióxido de carbono por cada año que vive.

Un momento... el número de emisiones depende del número de emisores. Eso sí es algo que podemos controlar.

El 40% de los embarazos del mundo son "accidentales", dicen las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud. Si lográramos evitar sólo el 70% de esos embarazos, habríamos evitado también lanzar a la atmósfera 34 gigatoneladas de CO2.

El problema es que no todo el mundo tiene acceso a condones; en los países más pobres -con mayor tasa de natalidad-, sólo el 10% de los adultos lo tiene, según la ONU.

El costo de enfrentar el calentamiento distribuyendo preservativos y pastillas anticonceptivas, en lugar de paneles solares y molinos de viento, sería de sólo $7 por tonelada de gas, muchísimo menos que las opciones que vimos antes.

Según estos datos, la población mundial se reduciría para el año 2050 a sólo 5 mil millones. Pero es importante aclarar que las estadísticas tienen en cuenta sólo a los embarazos no planeados de parejas casadas, y no incluyen a los de mujeres solteras, con los cuales los números serían aún más relevantes.

Esta medida, al tiempo que evita recalentar el planeta aún más, sería una forma de hacer frente a la inminente escasez de agua potable, alimentos y energía que nos acecha, con el correspondiente aumento de precios que exige la demanda contraria.

Y lo mejor de todo es que, en parte gracias a un producto derivado del petróleo, podemos disminuir el calentamiento global y seguir teniendo esa maravillosa experiencia que
Macedonio Fernández definió como un saludo que intercambian dos almas: sexo.

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